Los orígenes de la Semana Santa zaragozana son un tanto inciertos debido a diversos episodios históricos que han contribuido a la desaparición de buena parte de la documentación que podría aportar información sobre la historia de esta fiesta. Lo que sí está claro es que su nacimiento y evolución están vinculados a la labor de dos instituciones zaragozanas: la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís y la Hermandad de la Sangre de Cristo.
La Muy Ilustre y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, también conocida como Hermandad de la Sangre de Cristo, nace probablemente en el año 1280, aunque su existencia está solo documentada a partir del siglo XVI. En 1617, tras conseguir un permiso por parte del deán Francisco Lamata, organiza la Procesión General del Santo Entierro, que sale en Viernes Santo desde la iglesia de Santa Isabel de Portugal dando así lugar al germen de los cortejos procesionales zaragozanos.
Por su parte, y ya entrado el siglo XVIII, la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís organizaba otras procesiones como la del Encuentro o la de la Resurrección.
En 1808 estalla la Guerra de la Independencia y Zaragoza es sitiada por el ejército francés. Dentro de este contexto, el día 13 de agosto el convento de San Francisco es reducido a cenizas por un incendio que consume todas las imágenes excepto la del Santo Cristo de la Cama, que es rescatada a tiempo. Una vez finalizado el conflicto, el resto de tallas tuvieron que rehacerse con el fin de recuperar la tradición procesional.
Durante el siglo XIX y comienzos del XX, la Semana Santa zaragozana se desarrolla con normalidad hasta la llegada de la Segunda República y la negativa de Hermandad de la Sangre de Cristo a procesionar entre 1932 y 1934. Un año después tiene lugar un hecho que marcará el carácter de la fiesta y contribuirá a su configuración tal y como se conoce hoy en día; se trata de la huelga de terceroles de 1935. La causa de este episodio hay que buscarla en el incendio del almacén donde se guardaban los pasos y la posterior renuncia de los terceroles a realizar el trabajo que llevaban haciendo desde el siglo XVIII: cargar con los pasos en procesión.
Ante esta situación, cerca de cuatrocientos voluntarios de asociaciones religiosas tomaron la iniciativa como porteadores. La procesión de este año estuvo marcada por un ambiente bastante tenso y violento, tanto que incluso se lanzó una bomba a su paso. Pero ni este hecho pudo detener un desfile que pasaría a la historia por sentar las bases de la futura creación de cofradías y la labor de voluntarios en la celebración de la Semana Santa.
Durante los siguientes años volvió la normalidad mientras se realizaban avances como la introducción de ruedas a los pasos para hacer más fácil su transporte. En 1937 se crea la primera cofradía de Semana Santa en torno al paso de Nuestra Señora de la Piedad. A partir de entonces, fue aumentando paulatinamente el número de nuevas agrupaciones que se hacían cargo de los diferentes pasos de la Hermandad de la Sangre de Cristo. En 1940, la cofradía de las Siete Palabras introdujo en el desfile el tambor típico del Bajo Aragón. La aceptación fue tan buena que el uso de este instrumento fue adoptado poco a poco por la gran mayoría de cofradías de la ciudad. Junto a los tambores, también era habitual la presencia de otras manifestaciones folclóricas como las matracas, las carracas o el canto de la jota.
Cuando las nuevas cofradías alcanzaron un número de veinticuatro, se hizo patente la necesidad de coordinar las diferentes procesiones. Esto provocó que la Hermandad de la Sangre de Cristo propusiese la creación de un nuevo organismo que nació en 1948 bajo el nombre de Junta Coordinadora de Cofradías. En la actualidad, la junta juega un papel fundamental y tiene en su haber la responsabilidad de actos como el pregón inaugural o los concursos de exaltación de instrumentos.
La Semana Santa zaragozana es una fiesta de referencia en la ciudad. Una ocasión en la que las calles de Zaragoza se dejan inundar por el sonido de los tambores, los bombos y los timbales mientras cerca de dieciséis mil cofrades pertenecientes a veinticuatro cofradías y hermandades exhiben sus pasos por medio de diferentes procesiones, algunas de tan larga tradición como el Encuentro o el Santo Entierro.
Tras haber sido reconocida como Fiesta de Interés Turístico de Aragón y Fiesta de Interés Turístico Nacional, en 2014 se le otorgó la categoría de Fiesta de Interés Turístico Internacional.